1 de febrero de 2010

Cuando te has ido.

Intento dibujar con palabras el vacío que dejas, el silencio que se escucha en el espacio que llenabas, el dolor que estalla en mi pecho, las lágrimas que me nacen en los ojos, las de mi  alma, la soledad de esa parte de mi ser que era solo tuya, el amor que ahora le entrego a tu imagen, los besos que ahora no puedo dejar en tu cara.
Intento pincelar en este lienzo con la angustia que padezco, la tristeza que me amarra, la ternura y el miedo a no verte donde estabas, el querer decirte algún día, sin pensar en nada, y darme cuenta de que no estás ahí.
No soy capaz.
Me he acostumbrado a dar media vuelta cuando quiero y reposo mi abrazo sobre quien amo. Veo lo que tengo cotidiano y presente. Yo estoy, tú estás.  No sé, no conozco  la ausencia, ignoro dónde pondré esto, ni de qué manera lo haré, a partir de ahora.
Tú me faltas. Y me cuesta comprender que sea para siempre. De nuevo soy la niña que no entiende, que mira con los ojos muy abiertos, soy la que se asusta, la que echa de menos el  cuerpo que se mueve, la presencia que es única. Soy la que es obligada  a sentir que eras parte de mi vida. Aprendo con mucho dolor a querer sin ver, a amar sin tocar, a recordar, a vivir algo desde el  silencio.
No me da vergüenza llorar, es que no sé cómo se hace.
Sumergible.