2 de abril de 2009

María


Nadie es María, si no la nombran. No se sabe de su venir si no se la busca. Nada de su entregar si no se la necesita. No existe el cuerpo de María, si no se acaricia su espalda.
Desperté un día y la vi cantando. Sé que hablaba, pero para mí ... sonaba.

Se acabó el silencio cuando la pronuncié. Pero antes de esto, ¿María dónde estaba? (ahora hasta el cielo se llama como ella y en el mar hay una María por cada gota de agua). ¿Quién era? ¿Con quién hablaba? ¿Cómo dormía? ¿Con qué soñaba?. Cuando ella llegó, ya no fueron igual las noches, las tardes, las mañanas.
Transformó en un jardín aquel asfalto. Con la arena del desierto, se hicieron caudales y ríos. Y los pétalos de las rosas fueron trocitos de mí si respiraba. Dulcemente miró y todo aquello que vío se lleno de colores.
Nadie es María si no la nombran, si no la buscan, si no la necesitan. María no soy yo, y la espero atenta cada día, porque ahora soy yo la que sin ella no es nada.



Sumergible.






1 de abril de 2009

Te recuerdo.


Si bailé contigo, no fue por el ansia de tu danza,

fue el aire sigiloso paseando por mis pies,

haciendome ondular junto a tu cuerpo, meciendo

el silencioso placer de sentirte flotando junto a mí.


Si bailé contigo, no fue la codicia de tu abrazo,

no fue saberte mía, no fue que me anudara el beso,

me embriagaba al respirarte, dancé latiendo

en el dulce gemido que abrumó mi pecho.


Si bailé contigo, todo alrededor sobraba,

encaramada a tu nube, visitando tu cara,

dentro la música, fuera las hadas, fuera el viento,

con mis manos en tu nuca, dos palomas, te elevabas.


Te recuerdo siempre bailando, silenciosa,

agitada, con tu estela envolviendo mis pasos,

desde ese umbral donde un suspiro tuyo arrancaba

el placer del rincón más escondido de mi alma.


Te recuerdo sencilla, te recuerdo cálida,

recuerdo tu beso, recuerdo mi danza.

Sumergible