29 de mayo de 2007

Superficial Mejor.


Casi siempre la vida es una bonita reflexión. Un juego de observar y de hilar, de entender y de hacer. Se puede ver lo bueno y lo malo como en un álbum de fotos con el que se esboza la sonrisa o se articula el suspiro. De vez en cuando no se quiere mirar, se cierran los ojos, pero siempre se siente. Con el paso del tiempo se pretende marginar todo aquello que no pareció lo mejor y, casi siempre, se guarda con más ahínco, y por supervivencia, lo que más emociones buenas supuso, aunque también termina siendo un fotograma mental, como todo.

Qué nos llevamos hacia delante más que nuestra facilidad para resolver o las impotencias que arrastramos, nuestro aprendizaje y la soberbia de pretender que ya lo hemos aprendido todo. Pero incluso, en esta creencia, la vida nos sigue sorprendiendo con situaciones nuevas para ponernos en práctica a nosotros mismos. Nos habla, aunque no siempre estemos dispuestos a escuchar o estemos preparados para entender. Pero al final siempre se sigue haciendo algún camino.

No soy partidaria de grandes profundidades vitales, pero sí de un interior, de un pensamiento sincero, propio de cada persona, nada transferible, no equiparable al de los demás. Quiero decir que siento como yo que soy y que mis deducciones sólo son fruto de mi realización personal. Sigo hablando de una vida bonita, no por fácil o difícil, de la oportunidad de vivirla a través de estos sentidos y de este alma que quizás yo tenga.

Entretanto, y con franqueza, deseo seguir siendo superficial y hacerme dueña de todo a mi paso. Todo eso que no desea quedarse en mí, termina no siendo mío. Algunas veces hasta lo pienso, otras me basta respirar y mirar hacia lo lejos para sentirme afortunada.

Sumergible.


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