26 de octubre de 2006

Carta al distinguido señor Pajillas.


Muy señor mío:

En vista de que le tengo que ver, un día sí y otro también, tras la mesa de su despacho, con los ojos inyectados en sangre, mientras se traga todos los video-pornos que pululan por internet y aledaños, procuraré no entrar en su habitáculo de pecado, no me vaya a convertir en improvisada fantasía justo cuando le voy a preguntar qué hacemos con un impuesto o con la cifra poco erótica que toque ese día.

Me retiro, me abstengo de molestarle durante su abstracción. No se me alborote, sé que le gusta que entre, a pesar de que no da pie con bolo para cerrar ventanitas de golpe. Usted es un genio (a la vista está), es cierto.. usted es tan "distinto a los demás hombres", no sé cómo decirle... tiene otros temas más profundos en el coco.... Y yo sólo soy la que le pilla babeando, y le hace una pregunta intensa para que me conteste veloz, sólo por el placer de sacarle de sus sueños más oficiosos.

Estoy por regalarle un cromo que tengo de la vigilanta de la playa. Pero yo no doy nada. Sólo fue un pensamiento relámpago.

Lo peor es dárselas de señor elegante, con alcurnia y copetín... si yo les contara dónde coloca esas manos que luego van al pan. A mí ni me toque eh! pero ni para saludar! terminantemente prohibido!!!.... apunte esto, apunte.. no se le olvide, peaso máquina seRsuá solitaria. Lo peor es que toda la peña de nuestro gran despacho, le ha pillado alguna vez con sus imágenes de magreos sexuales y hasta "ellos" dicen que lo de usted, señor mío, es una enfermedad(usted ni caso eh, un señor que produce tanto dinero no es un enfermo, por muchas pajillas que se haga en su despacho) qué sabrán "ellos". Fíjese que yo pensaba que su enfermedad más grave era la de ser un rata con el dinero... pero dicen que no.. que lo otro.

Me da cierto pesar... es usted tan joven...

Bueno, que no pienso entrar a su despacho. Que se lo digo todo desde fuera y a voz en grito. Como las sardineras de Santurce. Así, ni usted se pone nervioso, ni yo tengo que soportar su mirada en mi culo mientras salgo. ¿ Qué se cree, que no le he visto?. Mire a sus guarrillas, son más del tipo de usted. A mí considéreme la Duquesa de Alba del despacho de al lado (pechos grávidos incluídos... ah, y la pelambrera también).

Igual un día de estos me animo y desde fuera le hago la ola junto ccn mis once compañeros (me dan ganas de proponerle para un homenaje.. no me lo tenga usted en cuenta, no me dé las gracias... me sale espontáneo).

Un saludo. Le dejo esto en la red.. a ver si buscando buscando.. me encuentra y me lee, majetón.

Periscopio por la espalda y que viva la Duquesa de Alba.

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